Regresaría mis pasos, el tiempo, contento.
Te soñaría despierto, bailando, sonriendo.
Te elegiría nuevamente,
como si fuera la primera vez.
Por tus ojazos incandescentes
que me quitaron el frío,
por tu perfume de jazmín y vainilla
que lo llevo atomizado en mi alma.
Y me convierto en astronauta
visitando las estrellas, buscándote
para que me convides tu pedacito de cielo.
O me vuelvo sacerdote y rezo con toda mi alma
para que se me haga el milagro y regreses a mi lado.
Y si fuera músico te compondría
miles de canciones fáciles para días difíciles,
ilusionado que las cantas
y me recuerdas
y que me amas,
y me recuerdas
y que me amas,
allá donde estés.
Que las distancias no importan,
si nuestros latidos van al mismo ritmo,
y cada noche vemos la misma luna creciente
y que me muero por ti.
Y no sé si sea mejor eso a seguir esperando,
que nadie ocupara tu lugar aunque me lleguen miles de “te amos”
porque en verdad estoy muriendo,
aunque nos estemos acercando.
Y que simplemente...
Te amo.
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